Vino De Los Muertos
Según la leyenda, y escrito en la pared del museo de Boticas (Tras-los-Montes), 'el vino de los muertos' habla de enterramentos, soldados y de estas botellas de tinto transmontano, que en los tiempos de los franceses se quedó enterrado para que no fuesen robadas o destruidas por las tropas enemigas. Pasada la guerra napoleónica, los agricultores volvieron a sus casas y bodegas y desenterraron las botellas de vino, dudando se aún estaría bebibles. Estaban. Y habían ganado nuevas propiedades, trás su reposo bajo tierra. Doscientos años más tarde Boticas continúa siendo la cuna del 'vino de los muertos' y por lo menos tres personas aún lo elaboran aunque en pequeñas cantidades. Los más conocidos son... Armindo de Sousa Pereira, que este año obtuvo la denominación de origen para su pequeña producción de 'vino de los muertos' y António Linhares, que continúa haciendo el vino como siempre se hizo en su familia. Él no entierra las botellas como Pereira, sólo las coloca en el suelo de la bodega. Linhares opina que este vino no tiene más de 100 años y que no estuvo en el tiempo de los franceses. Dice que quienes crearon el nombre y la tradición de enterrar el vino fueron dos trabajadores rurales que enterraron las botellas de tinto que sobraron del farnel en una propiedad del farmacéutico local. Ahora, en el hogar de los Linhares, a la hora del almuerzo, unos se dicen a los otros: 'Venga, vamos a desenterrar a los muertos'.
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