Adaptación Al Medio
Este interesante ejemplo de adaptación al medio me ha hecho pensar en lo sabio de la naturaleza. Se ha producido en un lago de los Estados Unidos, en el lago Washington. Sus aguas cobijan una población de peces espinosos (‘Gasterosteus aculeatus’), una especie que en un pasado muy remoto vivía en agua salada. A medidos del siglo pasado, el lago se había convertido en el vertedero de la zona industrial. En los años ’60 se puso en marcha un proceso de recuperación –uno de los más costosos en la historia del país- que se vio coronado por el éxito: de una visibilidad bajo el agua menor a tres metros registrada en 1968, se ha pasado a una visibilidad actual de 8 metros. Pero el logro medioambiental ha tenido un impacto imprevisto en los peces espinosos. En efecto, mientras en los años 60, las escamas apenas cubrían al seis por ciento de esos peces, actualmente el 49 por ciento está cubierto de placas óseas de la cabeza a la cola, y un 35 se encuentra parcialmente revestido por ellas. ¿Explicación del cambio? “La causa más probable de esta, llámese evolución invertida, llámese adaptación al medio, en el espinoso la dan los altos niveles de predación por parte de las truchas, tras el repentino aumento de la transparencia de las aguas”, conjetura la bióloga Catherine Peichel en la revista Current Biology. En los buenos tiempos de la contaminación, las aguas roñosas envolvían a los espinosos en un “manto protector”, por lo que a estos les resultaba innecesario dotarse de una armadura biológica. La suciedad reforzó la tendencia natural de los peces de agua dulce a perder sus escamas, ya que en los lagos, a diferencia del mar abierto, existen muchos lugares en donde esconderse de los predadores. Pero en las últimas décadas, la situación dio un vuelco total y se hizo preciso volver a armarse. Además, el espinoso ilumina la compleja interrelación entre medio ambiente y genética. Dicho pez porta en su ADN genes de los peces de agua salada (que tienden a tener placas) y los de agua dulce (que tienen pocas). Según las presiones del medio, el equilibrio entre los genes se inclina hacia un lado u a otro, y en lo que respecto a los espinosos del lago Washington, se decantó a favor de los genes “escamosos”, por así decir. Del caso expuesto se puede sacar una enseñanza adicional acerca de la complejidad de nuestras interacciones con el medio ambiente: nada de lo que haga el ser humano, sea de forma desaprensiva o sea bien intencionada, deja de tener un impacto en las criaturas que nos rodean, unas consecuencias que, con demasiada frecuencia, somos incapaces de prever. fuente: http://www.soitu.es/
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