sábado, 13 de octubre de 2007

Islas Eolias

Stromboli” con Ingrid Bergman; “Vulcano“, con Ana Magnani, o la más reciente “El Cartero y Pablo Neruda“, son películas de cine que nos han dejado un recuerdo imborrable de los que son los paisajes de las Islas Eolias. Siete atolones volcánicos que tienen por nombre, Filicudi, Alicudi, Panarea, Strombóli, Vulcano, Salina y la capital, Lipari, situados en el Mar Tirreno, en la provincia de Messina y habitados por apenas 15.000 habitantes. Áridos paisajes volcánicos compartidos por siete islas, que nos ofrecen el espectáculo de frecuentes erupciones, sobre todo las del Strómboli, en el que incluso podríamos coincidir con alguna noche en la que se ve como la lava desciende por su ladera hasta caer en el mar. Para los más valientes, un viaje a pie hasta su cima en un trayecto que dura unas 3 horas. Las visitas se suelen hacer en la tarde, para ver el atardecer desde allí. Dicen que desde arriba se puede sentir como ruge la tierra, o como cada pocos minutos, se oyen pequeñas explosiones bajo los pies. Una visita más de volcanes es el Vulcano, cuya última gran erupción duró tres años, desde 1888 a 1891, y que dejó un terreno seco y casi desértico al que hoy se conoce como Valle de los Monstruos. Es desde su cima desde donde se consiguen las mejores vistas de las islas. Su cráter con un diámetro de unos 500 metros desprende continuamente vapores y se encuentra latente. La capital de las Islas Eolias es Lípari (en la foto), poseedora del puerto que las une a la cercana Sicilia o a la propia Messina. Lípari es la isla que más actividades puede ofrecer al turista; los mejores hoteles, restaurantes y servicios de las Islas Eolias están en la capital. Nada más llegar a ella, una fortaleza nos dará la bienvenida frente a un puerto pesquero lleno de barcas. Las playas de un negro profundo, producto de la lava volcánica, son también las mejores, y así, si queremos disfrutar de ellas, no podemos dejar de visitar Spiaggia Bianca. El interior, como tantas veces hemos visto en las películas anteriomente mencionadas, está surcado de viñedos y parcelas con casa camperas, al más puro estilo mediterráneo. Otro lugar para no dejar pasar es Salina, la isla donde se rodó “El Cartero y Pablo Neruda”; un lugar que debe su nombre al lago salobre que hay en ella y que destaca sobre todo por su naturaleza virgen que la ha llevado a ser reserva natural.

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