El Guardador De Rebaños
Él vive conmigo en mi casa a la mitad del monte.
Él es el eterno niño, el Dios que faltaba.
Él es lo humano que es natural.
Él es lo divino que sonríe y que juega.
Y así es que sé con toda certeza
Que es él el Niño Jesús verdadero.
Y el niño tan humano que es divino
Es ésta mi cotidiana vida de poeta,
Y porque siempre está conmigo soy siempre poeta,
Y mi mínima mirada
Me llena de sensación,
Y el más pequeño sonido, sea lo que fuere,
Parece hablar conmigo.
El Niño Nuevo que habita donde vivo
Me da una mano a mí
Y la otra a todo lo que existe
Y así vamos los tres por el camino que haya,
Brincando y cantando y riendo
Y gozando nuestro secreto común
Que es el de saber en todas partes
Que no hay misterio en el mundo
Y que todo vale la pena.
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