Zaha Hadid
Es iraquí y la única mujer que ha conseguido el premio Pritzker. Todo un símbolo, tan radical y atractivo como los edificios que construye por todo el mundo. Según sus palabras, creció en una familia muy liberal y muy culta. Su padre era un político muy conocido –fue líder del partido democrático iraquí y varias veces ministro– que había estudiado en Londres. La familia pasaban temporadas en Europa donde Zaha aprendía a ver las cosas desde las diferentes perspectivas que ofrecía este continente. Su educación fue siempre abierta y sin trabas por ser mujer. Su arquitectura no ofrece un concepto nuevo, lo que sí es nuevo es la provocación con la que ella dice identificarla. Dice: 'en Zaha Hadid Architects, el 90 por ciento del tiempo lo invertimos en la búsqueda de esta elegancia, que no tiene nada que ver con el minimalismo. El minimalismo es simplificación. Yo prefiero hablar de refinamiento, algo que en cierta forma es incompatible con la necesidad de novedad radical y constante del mundo de hoy. Si en la persona la elegancia la asimilo a la sofisticación, en la arquitectura la relaciono con el refinamiento y la complejidad. La elegancia sólo puede ser creativa si responde a la complejidad del mundo actual. Me gusta hablar de soluciones elegantes ante problemas complejos, es decir, las respuestas que eluden complicaciones innecesarias, pero que integran muchos niveles que, en principio, parecen incompatibles y crean una experiencia diversa, casi holística y en ósmosis con un lugar determinado'. Su edificio es un edificio complejo. En los edificios que construye intenta romper con los estereotipos clásicos, como los de Andrea Palladio. Sus edificios no buscan proporciones determinadas ni privilegian la simetría, sino que buscan una integración orgánica. No aspira a la perfección, sino a la interactividad. Afirma: 'la elegancia a la que me refiero es una forma de articular la compleja vida contemporánea. Por eso no añado ni quito, sino que elaboro y medito la construcción. Por ejemplo, en mis edificios nunca hay esquinas. No son útiles ni tienen sentido. Mi ideal sería hacer edificios que tengan el mismo impacto en la gente que un paisaje, porque el fin último de la arquitectura es el bienestar, que las personas se sientan mejor en un lugar'. Hoy vive en Londres, entre los mil y un viajes que realiza para supervisar sus proyectos, ocho de los cuales están en España. La audacia con la que Zaha Hadid mueve las superficies, aspecto clave en toda su arquitectura, caracteriza esta Biblioteca Universitaria para la Universidad de Sevilla de forma especial.
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