martes, 17 de julio de 2007

Costa Esqueleto

Sobre todo, este trecho de costa atlántica en el noroeste de Namibia, rocoso, desierto y siempre rodeado de niebla, le hace honor a su cuenta mortal: se le llama así por los barcos que han encallado en la filosas rocas de sus cálidas aguas, y los esqueléticos cascos de los buques que se vislumbran en la playa, barridos por helados vientos y medio enterrados en la arena. Nadie se ha preocupado en desguazarlos y retirarlos, posiblemente el país tiene otros problemas. Pero en un mundo de denuncias ecologistas choca ver como nadie se apercibe de esto y los viejos buques como cadáveres putrefactos siguen enmoheciendo la playa. Sin embargo, como en gran parte de Namibia, ni desierto ni destrucción pueden con la vida que arrasa por doquier. Inmensos elefantes del desierto rondan la costa, a veces deslizándose por las grandes dunas de arena como niños jugando entre ellas, y los magníficos antílopes orix de cuernos en espiral, llegan hasta el borde de las aguas, imponentes como unicornios. Los fríos vientos que soplan desde la helada corriente del océano en realidad le traen vida al desierto y a la costa, y el efecto es de una belleza fantasmal, aislada y efímera.

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