martes, 17 de julio de 2007

Palanga

La larga playa de fina arena hace de la ciudad de Palanga (22.000 habitantes) la localidad más visitada de Lituania durante los meses de verano. El mar es su auténtica riqueza: el Báltico trae el ámbar, principalmente a las costas de Palanga y esta le ha dedicado un extraordinario museo. Vytautas gatve, la larga calle arbolada, atraviesa toda la ciudad en paralelo a la playa, que se extiende más allá de las dunas y la franja de pinos que la protege. Aquí se concentran los restaurantes, los locales públicos más frecuentados y sobre todo los puestos callejeros donde se vende su más preciado souvenir, una pieza de ámbar. El ámbar es un pedacito de resina en algunos casos con agún cuerpo fosilizado en su interior. Michael Crichton se basó en el misterioso mundo del ámbar para comenzar el argumento de su Parque Jurásico. Los yacimientos de ámbar en la costa del Báltico, los más ricos de Europa, se formaron en el Eoceno (hace 45-50 millones de años) en los depósitos aluviales de los ríos que procedían de Fennoscandia, en aquel momento cubierta por un espeso manto de bosque de coníferas. Los lituanos prefirieron pensar que el ámbar provenía del palacio de la reina del mar, destruido por Perkunas, el dios del trueno, como castigo por haberse enamorado de un humilde pescador. Se entendería así que, trás la tempestad desencadenada por la ira de Perkunas, se encontrasen fragmentos de ámbar en las playas de la costa lituana, sobre todo en la penínsua de Neringa y en Palanga.

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