domingo, 29 de abril de 2007

Margarita La Gorda y Germán El Largo

Tallín posee uno de los centros urbanos medievales mejor conservados, puesto que su estructura, que data de los siglos XI a XV, prácticamente no ha sufrido modificaciones. La ciudad está rodeada de sistemas defensivos de gran solidez, que durante siglos la han protegido de ataques exteriores. La magnífica ciudad vieja cuenta con numerosos edificios que se han conservado tal y como eran durante la Edad Media, como el Ayuntamiento, la Muralla de la Ciudad y el Pasaje de Santa Catalina. El Museo Municipal de Tallín, ubicado en la casa de un comerciante medieval situada en el corazón de la ciudad vieja, ofrece una encantadora visión del desarrollo de la ciudad, a través de exposiciones, vídeos y pases de diapositivas. En lo alto de los acantilados desde los que se domina la ciudad se encuentra el Castillo Toompea, construido durante los siglos XIII y XIV. Tallín tenía otro castillo anterior situado en el barrio de Iru, pero fue abandonado en el siglo XI por causas que se desconocen. La actual ubicación del castillo es una excelente posición defensiva, a 50 metros sobre el nivel del mar, desde la que se dominan tanto la ciudad como el mar. Aún así Tallín se muestra sencilla y cercana gracias a los sobrenombres que en el curso de los siglos han asumido los monumentos a los que está más ligada la imagen de la ciudad. Pese a su digna función, la torre sobre la que hoy ondea la bandera estonia es llamada 'Germán el Largo' (así se denomina en general a las torres especialemente altas de Estonia), un larguirucho y sencillote torreón; 'Margarita la Gorda' es el nombre de la torre de artillería destinada a impresionar a los enemigos y hace pensar en una ama de casa o una posadera que haya engordado con la edad; incluso el guerrero de la banderola de la torre-minarete del Ayuntamiento es sometido a su destino y se convierte en el 'Viejo Tomás'. El nombre de la otra torre de artillería, 'Vigilante de la Cocina', recuerda la época en que estos sobrenombres surgieron e hicieron desaparecer cualquier tipo de reverencia, aunque no la admiración, por esta hermosísima ciudad.

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